sábado, 9 de mayo de 2009

El cementerio de los barcos sin nombre


Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondria me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano.

miércoles, 31 de diciembre de 2008


Qué pena no ser ave de paso, ni proa que acuchilla siete mares

domingo, 28 de diciembre de 2008

Bandadas de gorriones.





Como el principito hemos soñado huir de nuestro planeta, atando bandadas de pajaros a nuestras manos, en busca de otro lugar en el que empezar un nuevo viaje. Pero cuando la mentira se convierte en cotidiano y el miedo a soledad nos inmoviliza decidimos cortar las cuerdas que nos atan a aquellas bandadas, y entonces caemos sin remedio a nuestra rutina. A lo lejos divisamos otros paisajes, intuimos que la vida esta alli, que el hecho de estar vivo siempre exige algo, que quizas... Pero como tantas veces nos ponemos a salvo, arrastramos nuestra cadena de sueños y somos el fantasma de siempre, con una sonrisa de latex pegada con imperdibla al rostro. Solo por esta vez dime una verdad, que ya mentimos a diario. Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas.

Ismael Serrano

lunes, 22 de diciembre de 2008

Fiebre y lanza


No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido. Contar es casi siempre un regalo, incluso cuando lleva e inyecta veneno el cuento, también es un vínculo y otorgar confianza, y rara es la confianza que antes o después no se traiciona, raro el vínculo que no se enreda o anuda, y así acaba apretando y hay que tirar de navaja o filo para cortarlo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Camino de Ítaca


Cuenta la Odisea que Ulises vagó durante 10 años por el Mediterráneo antes de regresar a su patria, tras otros 10 años luchando en Troya. Yo sólo llevo desde el 8 de Septiembre (El lunes se cumplieron 3 meses) fuera de España. el próximo miércoles día 17, regreso a Itaca durante un mes. No tengo ni idea de si cuando Ulises se reencontró con Penélope o con Telémaco algo había cambiado. No sé exactamente lo que me espera en Murcia, con casi todo seguridad no será una navidad distinta otra cualquiera, pero el shock cultural se dará cuando, tras 25 días entre enero y febrero en Dublin regrese definitivamente a la vida real. Comprarme un traje, buscar trabajo...parece el destino más probable. Pero ahora mismo me pregunto cual es mi verdadera patria, y si regresar o no a Itaca sea lo de menos.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Veneno, sombra y adios.





Uno no lo desea, pero prefiere siempre que muera el que está a su lado, en una misión o en una batalla, en una escuadrilla aérea o bajo un bombardeo o en la trinchera cuando las había, en un asalto callejero o en el atraco a una tienda o en un secuestro de turistas, en un terremoto, una explosión, un atentado, un incendio, da lo mismo: el compañero, el hermano, el padre o incluso el hijo, aunque sea niño. Y también la amada, también la amada, antes que uno mismo. Todas esas ocasiones en las que alguien cubre con su cuerpo a otro, o se interpone en la trayectoria de una bala o de una puñalada, son excepciones extraordinarias y por eso se destacan, y la mayoría son ficticias, están en las novelas y en las películas. Las pocas que se dan en la vida son impulsos irreflexivos o dictados por un sentido del decoro aún muy fuerte y cada vez más raro, hay quienes no podrían soportar que su hijo o su amada se fueran al otro mundo con la idea última de que uno no impidió su muerte, no se sacrificó, no dio su vida por salvar la de ellos.

viernes, 28 de noviembre de 2008

La Vida de Brian.

Quizás el mejor humor absurdo de la historia.


Una cruz por persona


Lapidación


¿Qué han hecho los romanos por nosotros?


Sólo hay una cosa que odiamos más que a los romanos...


Always look on the bright side of life



Y de regalo...


Alemania vs Grecia